miércoles, 1 de abril de 2009

La Sede en el Concierto de AC/DC en Barcelona

Ayer se celebró en Barcelona el esperado concierto de AC/DC tras ocho años de ausencia por los escenarios españoles.
Tras calentar motores el pasado verano con "The Bon Scot Band" en Zaidín y Fraga los dos máximos fans en La Sede y Ballobar del grupo, Castañ y Juanrra, se fueron a ver a los auténticos AC/DC al Palau Sant Jordi de Barcelona, también fue Sergio, a las nuevas generaciones también les gustan los clásicos y viejos roqueros.
Ya nos contarán.
Aquí dejo la crónica del concierto.

Ernesto


AC/DC hace retumbar su 'campana del infierno' ante 18.000 seguidores

Los australianos apabullaron a sus seguidores en Barcelona con un repertorio repleto de clásicos

LUIS HIDALGO - Barcelona - 01/04/2009


No se lo pierda si es seguidor de AC/DC. Ni se le ocurra acercarse a los conciertos del grupo australiano en caso contrario, porque AC/DC son lo que son y lo son desde tiempo inmemorial. En eso siguen, y ayer, en un Palau Sant Jordi desbocado, horadado por cien mil patadas, y con sus vidrios temblorosos por el griterío reinante, una de las bandas más míticas del planeta cosechó un éxito implacable atendiendo a su fórmula inmutable. El público catalán, famoso por su escepticismo distante, pareció un ejército de histriones con los biorritmos a tope, y entregado hasta el bramido disfrutó con esa verdad como un puño llamada AC/DC.

Con un amplio despliegue de medios, en el que no faltaron los efectos especiales, las grandes pantallas, una pasarela que llegaba hasta casi el centro del pabellón, una muñeca hinchable gigante y una enorme locomotora de decorado, AC/DC ha dado al público todo lo que esperaba, incluido el famoso "baile del pato" de Angus, fundador junto a su hermano Malcolm de la banda, hace ya 35 años. En las cerca de dos horas que ha durado el concierto, la banda australiana ha ofrecido básicamente sus grandes éxitos, esos que el público se sabe de memoria y que esta noche coreaba al compás de brazos y piernas.


Sin misterios, que al fin y a la postre sólo generan equívocos y dolores de cabeza y para provocarlos ya cuentan con el berrido de Brian Johnson, que no es moco de pavo. Así que al grano: Rock and roll train y Hell ain't a bad place to be a modo de saque seguido de un corto de animación medio porno y de que en escena irrumpiese una locomotora. Entre la primera y la segunda canción "sólo" treinta y un años de distancia que no parecieron existir dada la exacta aplicación del mismo minimalismo que ha hecho de AC/DC uno de los grupos de rock duro más famosos de la historia. Nada de heavy, rock duro y cuadrado para solaz del personal, ladrillazos certeros de complicada simplicidad. Lo suyo desde los setenta.

Entre el estruendo del personal, las canciones fueron cayendo como pedradas sobre una plancha de metal: Back in black, Big Jack, Dirty deeds done dirt cheap, Shot down in flames, Thunderstruck y Black ice de una tacada y sin apenas respiro. El recinto sacudido por miles de brazos golpeando el aire. Recuerdo al blues trotón con The jack, que entre otras cosas sirvió para que Angus Young, 54 años cumplía ayer, se marcase un strip tease que por fortuna no llegó a mayores.

Cuando el público aún bramaba, las campanas de Hells bells dejaron a los cañones de Navarone a la altura de la trompeta de Chet Baker. Locura general en el estribillo, olor a costo en el ambiente, cervezas derramadas, manos rascando el tejano como si fuese una Gibson, cuernos rojos en la testa. Certezas. Asuntos muy machotes.

El público era esta noche muy variopinto, con predominio de los cuarentones y cincuentones que crecieron con la banda, aunque se percibe una regeneración de seguidores con la incorporación de la savia nueva que aportan quinceañeros y veinteañeros. Al contrario que en otros conciertos, dominados por las luces blancas de mecheros y móviles, en el Sant Jordi dominaba el color rojo intermitente de los cuernos luminosos que muchos han adquirido en la entrada y que han completado una audiencia 'diabólica'.

Con los clásicos marcando pauta, el concierto avanzó con la sutileza de un tractor hacia el paroxismo: Shoot to thrill, You shook me all night long, Whole lotta Rosie, y de bises Highway to hell y For those about to rock. Chorreo de clásicos. Casi dos horas de rock coriáceo. Lo repetirán mañana en Madrid y el sábado en Bilbao. Las entradas ya están agotadas. Pero vuelven en verano. El público no les fallará. Ellos tampoco.

1 comentario:

Ana pili dijo...

Espero que los asistentes lo pasaran genial y les fuera todo muy bien